Historias

~ 09 junio 2010



Bien entrada la mañana del domingo salí a dar una vuelta por el barrio, compré media docena de medialunas de grasa, el diario y busqué un banco en plaza Rodríguez Peña para inaugurar el primer atado de cigarrillos del día.

Cuando el filtro indicó el agotamiento del tabaco emprendí el retorno al hogar por la descomprimida Marcelo T. de Alvear, a la que tan bien le sientan los fines de semana. “A la izquierda en Riobamba” indicaron mis pies y hacia allí nos dirigimos juntos. Venía con la cabeza gacha pero pude distinguir dos pantallazos: uno en los tonos azules y otro dentro de los rojizos. Me detuve, retrocedí y levante la mirada: era la Casa del Bicentenario, soberbio edificio restaurado y reacondicionado con motivo de los festejos del cumpleaños número 200 de nuestra Argentina.

“Muchas voces, una historia” se podía leer en uno de los ventanales de esa fastuosa edificación. Seguí mi camino, llaves en mano, e ingresé a mi domicilio. Seis pisos por ascensor, dos vueltas de muñeca y un golpe de aromas de las comidas de días anteriores. Me detuve en seco como invadido por un repentino pensamiento, por reflexiones urgentes: ¿Muchas voces, una historia? Había ruido por todos lados. Si hay muchas voces no pareciera posible que la historia fuera sólo una. ¿No nos hemos dedicado, sistemáticamente, a negar la historia oficial, la historia de los vencedores? ¿No reconocemos la especulación y la manipulación de la verdad que llevan adelante los manuales de historia en las escuelas? ¿no aceptamos que pudo haber sido tanto aceite como agua hirviendo lo que contuvo a los ingleses en 1806-1807? ¿no es cierto que si hay 10 hombres involucrados en una historia habrá 10 relatos diferentes de la misma?

Me pareció sospechoso que un gobierno cuyo discurso pretende evocar pluralidad, intente de semejante manera instalar un sentido unívoco, una “una historia” a pesar de las muchas voces cuya existencia reconocen. Pero es más ruidoso aún si ese mismo gobierno se autodefine como el reivindicador de los derechos humanos. ¿Dónde está el derecho de los hombres a contar sus historias si hay un gobierno que pretende contar “Una”?

Si vivimos en democracia y el lenguaje y la política son posibles parecería poco probable que la historia fuera sólo una, al menos en la multiplicidad de maneras de contarla. El mundo de los hombres es precario, inestable y está bien que así sea porque es lo que los constituye en su más pura naturaleza.

Los intentos de contar “una historia” han producido millones de muertes a lo largo de la historia y a lo ancho del globo. Como muestra de prudencia y responsabilidad por parte de quienes dirigen el país deberíamos (el pueblo) exigir el abandono de tales iniciativas.

La historia de los Kirchner no es “La” Historia de la Argentina. Les agradecemos profundamente el entusiasmo puesto en los festejos del bicentenario, pero la República no la inventaron ellos.

1 comentarios:

Mariel dijo...

No puedo creer como nos subestiman! Cómo no vamos a darnos cuenta de tan grosera contradicción? El disfraz de la pluralidad se les cae a pedazos!

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