Rehenes



Mal que nos pese, en la Argentina de hoy, la decadencia de la política nos ha llevado a ser rehenes de sus tejes y manejes.

La convivencia democrática entre el gobierno y la oposición no existe. Esta falta de diálogo, y sus continuas agresiones, ha dejado rehenes en las marañas de sus negociados: los ciudadanos y sus necesidades básicas, tales como educación, salud, y seguridad.

En más de una ocasión, la población se convirtió en actor involuntario de la guerra que lleva adelante el oficialismo con los medios que no son adictos a su política. Muchas veces se ha visto obligada a tomar decisiones casi por mandato, por dar un ejemplo, hacer una selección apurada ya sea de servicios de cable o Internet.

Los diferentes conflictos sociales y sindicales que, por diversas razones, terminan en protestas callejeras, mantienen encerrados en tumultuosas manifestaciones y cortes de calles al ciudadano, convirtiéndolo en un testigo sin derecho a defensa alguna.

La inseguridad es un flagelo diario que acosa a cualquier habitante de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. La delincuencia va in crescendo, los funcionarios naufragan entre su ineptitud y políticas equivocadas y la sociedad mira azorada cómo se va cercenando su derecho de poder salir a la calle, incluso para trabajar, y se limita a vivir entre las rejas de su casa, donde también se siente vulnerable.

Por todo, esto el pueblo argentino (palabra tan cara al gobierno) se ha convertido es un rehén en su propio país, en el que los ciudadanos cumplen con sus deberes, sin poder ejercer los derechos que la Constitución consagra, derechos que terminan convirtiéndose tan sólo en un formalismo sin peso alguno. ~ 21 octubre 2010 0 comentarios

Reflexiones desde lo profundo…


Ante las adversidades, Chile acostumbra por convicción a recurrir al lema: “La unión hace a la fuerza”. Lo demostró en la tragedia de comienzos de año tras el terremoto que asoló parte de su territorio, y ahora con el rescate de los 33 mineros que ha mantenido en vilo al planeta.

Los chilenos no sólo se unen ante las desgracias, también lo hacen para respetar sus leyes. El caso Apablaza Guerra, unió al oficialismo y oposición para solicitarle a nuestro país su extradición. Sin duda, un claro ejemplo de su capacidad de unidad de pensamiento a la hora de gestionar.

En contraposición, nosotros por compararnos, muy a menudo hacemos uso del lema “Divide y reinaras”. Varios son los ejemplos que nos definen: mensajes de agresión permanente, desvalorización de la oposición, superposición de poderes, políticas populistas, estado de inseguridad permanente y una justicia que no da respaldos de credibilidad. Sólo se busca el rédito político, nunca servir a la ciudadanía.

No conforme con esto, Argentina aplica estrategias en el ámbito internacional, con una soberbia que cada vez nos aleja más de la consideración del mundo. Si faltaba un condimento para completar este conjunto de desaciertos, el matrimonio presidencial mantiene vivo, para su provecho, los fantasmas del pasado siniestro que vivimos en los 70 y que no nos dejan crecer como país.

Esto nos permite entender quién es quién y qué quiere ser cada país. Chile, en su conjunto, decidió avanzar con ideas serias y pujantes, tiene claros sus objetivos. Argentina, por el contrario, pese a contar con inmensas posibilidades, está inmersa en una división constante y desde el Ejecutivo la política es ensañarse con todo aquel que piense distinto y quedarse detrás del árbol de la nostalgia ante que observar el bosque del futuro.

Es momento de entender que los países se construyen desde la voluntad de sus pueblos y no la de un gobernante en particular. Es hora de exigirles a nuestros mandatarios que cumplan con la obligación ciudadana para la que fueron elegidos y que se unan para aprovechar las posibilidades que se nos presentan para ser un país grande y desarrollado.. Si queremos podemos, siempre y cuando, rememorando el 12 de Octubre, no nos dejemos engañar con espejitos de colores.
~ 13 octubre 2010 0 comentarios

Marcha sin banderas


Nunca, en democracia, el ciudadano común se sintió tan olvidado por sus gobernantes como en la actualidad. Existe un ninguneo constante de parte de nuestros representantes, que se ocupan de temas que no son prioritarios para aquellos que salimos a trabajar cada día.

Por nombrar algunos hechos que forman parte del listado de prioridades de nuestros políticos, es más importante que se reúnan los mandatarios provinciales K para apoyar al gobernador de Santa Cruz o la convocatoria agresiva que se realizó hace unos días para presionar a la Corte Suprema por la Ley de Medios. Yo me pregunto ¿la gente común de la calle, qué lugar ocupa dentro de estas prioridades?

Si de simplezas podemos hablar, Matías Berardi era simplemente un joven, que soñaba con seguir estudiando y compartiendo con sus amigos los partidos de rugby; Diego Rodríguez era simplemente un muchacho que se ganaba la vida modelando, con el sueño de formar definitivamente una familia con su pareja; José Musante era simplemente un comerciante, que quería darle un buen pasar a su familia. Todos son pequeños sueños rotos, que pasaron a engrosar las listas de la inseguridad que nos acosa, a los que seguramente se sumaran más en los próximos días, por lo que no podremos recordarlos a todos. Gente común, sin embanderamientos políticos, sin peso económico, que lejos se encuentran de sumar al deseo grotesco de poder de nuestro matrimonio presidencial.

Pero hoy habrá una marcha a Plaza de Mayo para recordar a todos estas víctimas; una autoconvocatoria del pueblo, que no llenará de micros la 9 de Julio, que no tendrá punteros políticos, en la que a sus asistentes no le negaran un plan si no asisten. Por el contrario, todos los que estén presentes lo harán por real convencimiento de dar un solo grito desesperado: ¡¡¡¡¡Basta!!!!! ~ 07 octubre 2010 1 comentarios

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