Rehenes

~ 21 octubre 2010



Mal que nos pese, en la Argentina de hoy, la decadencia de la política nos ha llevado a ser rehenes de sus tejes y manejes.

La convivencia democrática entre el gobierno y la oposición no existe. Esta falta de diálogo, y sus continuas agresiones, ha dejado rehenes en las marañas de sus negociados: los ciudadanos y sus necesidades básicas, tales como educación, salud, y seguridad.

En más de una ocasión, la población se convirtió en actor involuntario de la guerra que lleva adelante el oficialismo con los medios que no son adictos a su política. Muchas veces se ha visto obligada a tomar decisiones casi por mandato, por dar un ejemplo, hacer una selección apurada ya sea de servicios de cable o Internet.

Los diferentes conflictos sociales y sindicales que, por diversas razones, terminan en protestas callejeras, mantienen encerrados en tumultuosas manifestaciones y cortes de calles al ciudadano, convirtiéndolo en un testigo sin derecho a defensa alguna.

La inseguridad es un flagelo diario que acosa a cualquier habitante de la Ciudad de Buenos Aires y alrededores. La delincuencia va in crescendo, los funcionarios naufragan entre su ineptitud y políticas equivocadas y la sociedad mira azorada cómo se va cercenando su derecho de poder salir a la calle, incluso para trabajar, y se limita a vivir entre las rejas de su casa, donde también se siente vulnerable.

Por todo, esto el pueblo argentino (palabra tan cara al gobierno) se ha convertido es un rehén en su propio país, en el que los ciudadanos cumplen con sus deberes, sin poder ejercer los derechos que la Constitución consagra, derechos que terminan convirtiéndose tan sólo en un formalismo sin peso alguno.

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