La confusión. ¿Enfermedad contagiosa?
El primer síntoma que se vio aparecer tras el fallecimiento del ex presidente, fue la confusión en que entró la oposición, al perder el principal ícono de discusión y objeto de disputa. Lo que nadie podía prever era que el oficialismo iba a entrar en una confusión aún mayor.
Cristina no es Néstor, y sus escuderos, Aníbal Fernández, Guillermo Moreno, Julio De Vido no cuentan con el favor de la sociedad y ni siquiera con el de sus propios compañeros.
Además, las diferencias se están haciendo visibles hasta en cuadros menores de la agrupación kirchnerista y, si faltaba algo para erosionar el poder central, se agregó La Cámpora, con Máximo a la cabeza, que genera más fisuras que alianzas. Basta ver el conflicto que vive toda la aeronavegación comercial en nuestro país que, por una disputa de poder entre
Recién fallecido Néstor se hicieron múltiples juramentos de apoyo a la Presidenta desde todos los niveles del oficialismo. Sin embargo, con su cuerpo aun caliente, Moyano gestionaba una alianza con
Ya existen disidencias en sus cuadros con respecto a quien debe ser el candidato al 2011. Urtubey desde Salta, no disimula sus intenciones de remplazar a Cristina en el ejecutivo. Bruera muestra su disconformidad no sólo con la actual conducción, sino con la intervención de Moyano en el PJ, desde que este asumió la presidencia del partido. Luego tenemos a un Scioli que no se anima a decidirse entre avanzar hacia la candidatura presidencial o manejarse como hasta ahora, a la sombra de los Kirchner.
Como se ve, el partido oficialista se contagió de la confusión en que entró la oposición, con el aditamento de un agravante: maneja los destinos del país y parece no estar a la altura de las circunstancias. Desde el momento en el que faltó su líder, actuaron de manera compulsiva, confirmando que su política no era negociable y que la soberbia está a la orden del día.
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